Las genealogías como método de investigación feminista - Parte I

¿Es posible pensar en genealogías de mujeres como método en la investigación?

Cada vez más me adentro en estos debates, más dudas se me presentan.

De lo que no podemos dudar es que cuando pensamos en la investigación no podemos no traer la cuestión de la reflexión en la elección de cómo llevaremos adelante ese proceso intelectual. Es por esto que no puedo dejar de pensar en el diálogo entre Historia y filosofía.

En este caso, los aportes de la filósofa Rosa M. Rodríguez Magda me resultan más que interesantes. En particular su apuesta por rescatar de la tradición oral, de la transmisión de experiencias biográficas, de las ocupaciones de mujeres para conocer nuestra historia. Y pienso ¿a quienes podríamos rescatar?

En la búsqueda de poder reconstruir cuáles han sido los aportes de las mujeres a la historia de las ideas, Rosa M. Rodríguez Magda nos propone una problematización en torno a la investigación.

El androcentrismo y la exclusión que han operado en los saberes, conocimientos e ideas dejando a una gran cantidad de mujeres en el olvido merece ser abordada desde un modelo de crítica feminista. Este modelo debe permitirnos analizar las estructuras de poder que dan lugar al acceso al saber, a su producción, a las instituciones que lo producen, los valores que rigen su transmisión, etc.

Esto implica que debe pensarse en métodos que permitan una tarea reconstructiva de esas ausencias del objeto de estudio.

Rosa M. propone entonces retomar el método arqueológico foucaultiano como alternativa de investigación histórica. Este método permitiría reconocer los procesos y contextos por los cuales se ha forjado el concepto de mujer (una pregunta a la que podemos seguir dando debate). Comprendiendo que no podemos pensar en una esencia inmutable de “la mujer” o de una naturaleza femenina.

No obstante, advierte que centrarse en los acontecimientos y formaciones discursivas del método arqueológico implicaría una limitación. Puesto que las mujeres, en general, han formado parte de acontecimientos no discursivos y han sido privadas de la producción de discurso.

De aquí que las genealogías adquieran relevancia, en tanto habilitan dar cuenta del poder y el sometimiento tras el saber, las verdades y valores. En este sentido, las genealogías como método, deberían dar lugar a una investigación que preste atención a saberes locales y descalificados: en la tradición oral, en la transmisión de experiencias biográficas, en ocupaciones de mujeres tales como la curandería, lo culinario, las artesanías… para construir genealogías propias.

En este sentido podríamos pensar en: Genealogías femeninas o de mujeres que incluyen recuperar prototipos literarios y mitológicos, mujeres ilustres, la memoria y presencia de mujeres, reales o ficticias. Y Genealogías Feministas, como la memoria colectiva de las luchas por la emancipación, de las pioneras y sus acciones (que incluso puede no solo incluir mujeres).

Y, dado que no podemos pensar en un continuo de mujer ni en grupos cohesionados, se pueden gestar genealogías que rescaten las aportaciones de mujeres, “de náufragas y pioneras”, a lo largo de la historia.

Una frase que me queda de su texto:

Se nos arrebatan las armas conceptuales y de reconocimiento: la palabra, la tradición, la genealogía, la imagen, la legitimidad, el derecho… Por ello es tan importante el que aparezcan modelos, historia, figuras, evidencias discursivas, que sirvan de base para crear lugares de visibilidad y reconocimiento. No tanto estereotipos a seguir, como pruebas, usos, ejemplos, complicidades, que evidencien que la tarea de construir el propio rostro no es una empresa siempre inexistente y recomenzada en solitario por cada mujer, frente a la indiferencia o la franca animadversión de toda una historia que nos anula (Rodríguez Magda, 1997, pág. 42)

Referencia:

Rodríguez Magda, Rosa M. (1997). Del olvido a la ficción. Hacia una genealogía de las mujeres. En Mujeres en la Historia del pensamiento. Anthropos.